TRATAMIENTOS ACTUALES PARA LA DIABETES

La diabetes es una enfermedad que no puede curarse definitivamente, pero un buen tratamiento permite al diabético disfrutar de la vida y desarrollar su existencia sin grandes diferencias con la población no diabética, y evitar complicaciones inmediatas y alejadas. Hay tres tipos fundamentales de tratamientos, según la gravedad de la diabetes, el estado biológico del paciente, su situación económica y social y la existencia o ausencia de alguna otra enfermedad concomitante que provoque complicaciones. El tratamiento depende del tipo y la gravedad de la diabetes. Todos incluyen la prescripción de una dieta. Algunos tratamientos sólo bastan con la dieta, otros requieren además la administración de hipoglucemiantes, o de insulina por inyección.
Los principales elementos que participan en el tratamiento de la diabetes son los siguientes:
  1. Educación diabetológica
  2. Dietoterapia
  3. Agentes hipoglucemiantes orales
  4. Insulina
  5. Actividad física
Educación diabetológica:
"De la educación del niño diabético depende su vida". Joslin
La educación diabetológica del paciente y de su familia es el principal elemento en el tratamiento. Cuanto más sepan la familia y sus allegados acerca de la enfermedad, más fácil le será al diabético seguir su tratamiento. Es por eso que el factor psicosocial es tan importante.
Los diabéticos deben adquirir un mínimo conocimiento acerca de su enfermedad, como forma de prevenir cualquier complicación, o hacérsela atender a tiempo. Es de suma importancia que reconozca las diferencias y los síntomas del coma diabético y del hipoglucémico, y que sepa cómo actuar en caso de que estos se produzcan.
Dieta
La dieta ayuda a mantener estable el nivel de azúcar en la sangre en los diabéticos de tipo I, y puede resultar el mejor y más saludable tratamiento en los de tipo II, ya que muchas veces este tipo de diabetes es producido debido al exceso de carbohidratos en la alimentación del paciente.
La dieta de los diabéticos generalmente limita los azúcares simples y aumenta las proteínas, los carbohidratos complejos y las grasas insaturadas.
Los glúcidos constituyen también en la dieta de un diabético el elemento más importante. Actualmente se prescriben dietas con porcentajes de glúcidos de entre 40% y 50% de las calorías totales. Los monosacáridos y disacáridos se disuelven fácilmente en agua y son rápidamente absorbidos por el intestino, elevando la glucemia en muy poco tiempo. Son preferibles los almidones o carbohidratos complejos, ya que sufren un proceso digestivo más intenso y prolongado, por lo que la glucemia no se eleva demasiado después de comer.
Las proteínas deben estar presentes en la dieta ya que representan la sustancia fundamental de que está constituida la célula. La cantidad de grasas debe ser algo limitada, especialmente en los sujetos obesos hiperlipémicos. La cuota de minerales y vitaminas es igual a la de los no diabéticos.
El diabético debe reemplazar el azúcar por los edulcorantes (sacarina). El azúcar común, o sacarosa, está formado por glucosa y fructuosa. Está por eso clasificada como un disacárido, que, al igual que los monosacáridos, hace que la glucemia suba casi inmediatamente luego de su ingestión. La sacarina no es digerida por el cuerpo y no tiene valor alimenticio alguno. Además existen indicios de que puede estimular la producción de insulina en el cuerpo.
Tener una dieta rica en alimentos con alto contenido en fibra, como frutas vegetales y granos puede ayudar a la gente con diabetes a mantener su nivel de azúcar en la sangre bajo control y también se ha comprobado que disminuye el colesterol. Especialmente se recomiendan los alimentos con fibra soluble como: naranjas, papaya, pasas de uva, papa, pastas, granola, la cáscara de la manzana, banana.
Hipoglucemiantes orales:
Se han desarrollado fármacos que, administrados por vía oral, actúan reduciendo los niveles de glucosa en sangre. Este tipo de compuestos son de utilidad en el tratamiento de diabetes de tipo II.
Si existe la producción de insulina, pueden utilizarse las sulfonilureas, sustancias que estimulan la secreción de insulina almacenada en las células beta del páncreas, sea la glucemia de valores altos o bajos. Tal vez también lleven a la proliferación de las células beta o puedan estimular la formación de nuevas células a partir del epitelio de los pequeños conductos pancreáticos.
Entre las drogas de última generación del grupo de las sulfonilureas se encuentra la glimepirida, que se administra una sol vez por día.
Las biguanidas son otros hipoglucemiantes. Se usan con mucha menor frecuencia que las sulfodrogas hipoglucemiantes. Pueden actuar aún en ausencia de insulina, por lo que pueden hacer descender la glucemia en diabéticos juveniles. Producen aumento del ingreso de glucosa en las células y deprimen la gluconeogénesis.
Insulina
Cuando la dieta sola no es suficiente, ni tampoco la administración de hipoglucemiantes orales, debe recurrirse a la insulina, como complemento de la dieta.
Las dosis de insulina dependen de la gravedad de la enfermedad.
La primera inyección de insulina a un muchacho de 14 años cuya diabetes se consideraba terminal fue el 11 de enero de 1922, en la Universidad de Toronto (Canadá), por los científicos F. G. Banting y Charles H. Best. Estos dos científicos recibieron el Premio Nobel de Fisiología y Medicina.
Hay distintos tipos de insulina, según la gravedad de la enfermedad, el estado biológico del enfermo y la situación en que deba aplicarse (depende si se utilizará para la aplicación diaria o para una situación de emergencia). La insulina puede ser: de acción rápida, prolongada o intermedia; y cada una de ellas tienen un modo de acción y dosificación diferentes. En algunos casos puede ser necesario mezclar distintos tipos de insulina. Las indicaciones sobre su aplicación deben ser dadas por el médico, teniendo en cuenta la evolución de la enfermedad según el paciente, y deben ser corregidas con el tiempo, con el objetivo principal de evitar complicaciones, manteniendo la normoglucemia, y sin llegar a la acetosis, o a la hipoglucemia, provocada por excesivas dosis de insulina en comparación con las requeridas por el organismo. Existe una tendencia a aumentar la dosis de la hormona a medida que aumenta la antigüedad de la diabetes.
La dosis en general es de 60 unidades cuando se inicia en la juventud o en la juventud.


Leer más: http://www.monografias.com/trabajos11/diabe/diabe2.shtml#tra#ixzz5DtBxYHCG

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